The house on Mango Street
29 de marzo, 06.
Sandra Cisneros.
A mediadios de este mes una temporada de frío nórdico terminaba en Xalapa y yo sudaba todavía en el intento de hallar a quienes me dieran un norte en la búsqueda de las letras. Me preguntaba si aparte de los clásicos habría algo más en los estantes, si acaso Borges, Poniawtoska, Cortázar, Fuentes, García Márquez, Isabel Allende y Monterroso –entre otros- habrían dejado algunos espacios libres para autores con ideas novedosas.
La doctora en letras, Esther Quintana me sacó de dudas entregándome, dos días antes de mi partida, un documento enmicado, Esta es Sandra Cisneros, dijo en un tono festivo, quien ya está en las grandes ligas, refiriéndose al reconocimiento que como escritora Cisneros goza en Estados Unidos.
El documento era la fotocopia de la novela de Cisneros, The house on Mango Street, escrita en un lenguaje sencillo, adornado con una prosa poética que lleva el hilo narrativo a una velocidad vertiginosa y placentera para contarnos la historia de Esperanza Cordero, una niña chicana que vive en uno de los barrios bajos de Chicago.
“Told in a series of vignettes stunning for their eloquence, The house on Mango Street tells the story of Esperanza Cordero, whose neighborhood is one of harsh realities and harsh beauty. Esperanza doesn’t want to belong-not to her rundown neighborhood, and not to the low expectations the world has for her. Esperanza´s story is that of a young girl coming into her power, and inventing for herself what she will become”, expresa el prólogo de la novela.
Esperanza no sólo habla de sus sueños. También describe a sus hermanos y amigos, quienes comparten con ella el mismo barrio y los mismos juegos:
“Those who don´t.
Those who dont´t know any better come into our neighborhood scared. They think we´re
Dangerous. They think we will attack them with shiny knives. They are stupid people who are lost and got here by mistake.
“But we aren´t afraid. We know the guy with the crooked eye is Davey the baby´s brother, and the tall one next to him in the straw brim, that´s Rosa´s Eddie V., and the big one that looks like a dumb grown man, he´s Fat Boy, though he´s not fat anymore nor a boy.
“All brown all around, we are safe. But watch us drive into a neighborhood of another color and our knees go shakity-shake and our car windows get rolled up tight and our eyes look straight. Yeah. That is how it goes and goes.”
Cisneros nos comunica, a través de esta novela que no excede las 110 páginas, una manera de hacer literatura a partir de la visión femenina y el talento de alguien quien no aspira a nada más que a contar historias:
“I like to tell stories. I am going to tell you a story about a girl who dind´t want to belong.
“We didn´t always live on Mango Street. Before that we lived on Loomis on the third floor, and before that we lived on Keeler. Before Keeler it was Paulina, but what I remember most is Mango Street, sad red house, the house I belong but do not belong to.”
Sandra Cisneros nació en Chicago en 1954. Ha trabajado como maestra de preparatoria y combinado sus talentos litariarios con los de administradora escolar.
Sus letras han tenido un reconocimiento internacional y numerosos premios. Es autora de Woman Hollering, Creek and Other Stories, My Wicked Wicked Ways, and Loose Woman.
La escritora es hija de padre mexicano y madre chicana. Tiene seis hermanos y vive en San Antonio Texas.
Gracias, Esther Quintana por haberme abierto otra ventana a la literatura, y por haberme mostrado tu corazón de letras y cantos. Algún día te veré en un evento de “grandes ligas” y exclamaré a propósito: “yo a esa la conozco”.-0-.