jueves, septiembre 27

LAS LETRAS DORADAS DE SINALOA

Cosme Álvarez
El martillo
2007, año de premios para escritores nacidos en Sinaloa
La literatura en Sinaloa vive, con sus poetas y narradores contemporáneos, uno de sus mejores momentos. De la Generación de Babel a los Posmodernistas (nacidos entre 1918-1949 y aún vivos) se cuenta por lo menos con tres poetas notables; de la Generación de Medio Siglo, nacidos en los cincuentas y conformada por dieciocho poetas, hay sin duda otros tres de indudable talento.
De los también dieciocho Poetas del Puente Nuevo, nacidos en los años sesentas, sobresalen ocho, tres de los cuales son reconocidos a nivel nacional. La Generación Espontánea (nacidos entre 1970-1980) cuenta por ahora con quince autores, de entre lo cuales es fácil reconocer a seis poetas, dos de ellos ganadores ya de premios importantes.
La prosa escrita por sinaloenses motivó lo que se ha dado en llamar la Narrativa del Norte, y sus tres figuras centrales son Élmer Mendoza, Juan José Rodríguez y César López Cuadras.
En 2007 los dos premios de poesía con mayor importancia en México han sido otorgados a dos autores sinaloenses. El primero de ellos, Mario Bojórquez (Los Mochis, 1968), obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por su libro El deseo postergado. Enseguida, Jesús Ramón Ibarra (Culiacán, 1965) ganó el Premio Nacional de Poesía Gilberto Owen por su libro Crónicas del Minton’s Playhouse. También un narrador sinaloense, Álbaro Sandoval Medina, fue el ganador del Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras, por su obra Lodo en Tierra Santa.
De Sandoval Medina se tienen pocas noticias. Nació en Culiacán, en 1970, y reside en San Mateo, California. Se ha desempeñado como reportero y editor, y en 2005 obtuvo dos premios de periodismo por reportaje y crónica en Sinaloa.
El premio otorgado a Mario Bojórquez despertó sospechas y encono en algunos círculos literarios del país. El alegato no se centraba en la calidad de la obra de Bojórquez, sino en la posibilidad de que uno de los jurados hubiera influido en la decisión. Para mí, el problema no comenzaba ni terminaba con la premiación de Mario Bojórquez. Quizá el error de origen fue pensar que la vitalidad de la poesía radica en los premios y no en los poetas y sus libros.
Hasta donde sé, David Huerta no ha ganado el Aguascalientes, pero no creo que lo necesite para demostrar que es un Poeta. Leemos libros, no premios. Ningún poeta, ningún artista verdadero, escribiría un libro para ganarse un premio.
Me queda claro que la discusión que sostuvieron ciertos grupos, en el DF y en Sinaloa, se centró en la vanidad (herida o halagada) de algunas personas. La poesía está por encima y al margen de los favoritismos y las mezquindades. Aquel debate no tocaba a la poesía; aquel debate demostró una vez más la calidad moral de los grupos y las cofradías literarias, que privilegian su pequeña parcela de pseudopoder sobre la inteligencia y el arte.El martillo sirve para fijar las cosas sueltas… y para algo más.cosmealvarez@yahoo.comhttp://poesinaloa.blogspot.com