sábado, febrero 24

Ejército chino mata a peregrinos tibetanos

Durante años la población del Tibet ha sido perseguida por el gobierno chino. El país, arrasado. Su líder espiritual, el Dalai Lama, tuvo que refugiarse en India hace 47 años.

En la actualidad, los tibetanos que cruzan la frontera en viajes espirituales se arriesgan en caminos hostiles, donde muchas veces encuentran la muerte.

Este video, realizado por un camarógrafo a 500 mil metros de altura, en las cumbres del Himalaya, da testimonio de una masacre. La primera frase de su relato es: "Los matan como perros..."

Haz click aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=w1oq0hb7C0c

viernes, febrero 23

CHAPULTEPEC


Terraza de Monarcas

Por Avelina Rojas

Imagen: www.io.com/.../MarquezPics/Chapultepec.JPG


Chapultepec parecía imperturbable. Más aún, estaba fortalecido por el aura mágica de un pasado de monarcas. Moctezuma admiró sus dominios desde un templete.

Bien se podían ver los fuegos del palacio, los guerreros con sus garras de jaguar. Bien se podía escuchar una voz lastimera exclamando, Ay, Quetzacóatl, dónde está tu reino, será que la serpiente se levantó tanto que empezó a volar, será que el reptil, convertido en ave. Se perdió en el firmamento para hacer el amor con Venus, tu gente quedó abandonada, hijos bastardos, desamparados, y aún así han sobrevivido, qué infortunio.

Esos hijos te buscan ahora en otros dioses para convertirse en pájaros y volar al cielo, oh, Quetzacóatl, sol y estrella, canto del aire y murmullo de las olas blandas del lago, aleteo de chupamirtos, sacrificio humano, muerte y nacimiento.

Tus hijos te llaman, viven en este valle de agua, se sobrecogen en el seno de las montañas y los volcanes con puntas blancas y te claman muchas veces.


Sobre las terrazas y las pérgolas se contemplan los caminos cubiertos con flores. Parece increíble que este mismo suelo haya sido el de Moctezuma y esta gran piedra de basalto, su propia piedra, desde donde palpita el corazón del gran imperio, un peñasco de cristal por cuya superficie navegan colores marinos, montañas, valles y desiertos.


Desde allí la emperatriz vio a Maximiliano bajar al pueblo montado en un caballo, protegido por un sombrero y un sarape al hombro.
A Carlota le gustaba ser discreta y refinada. Cruzó el Atlántico con una mudanza austera, sin caer en las excentricidades, se dijo, como las de Eugenia, no, por favor.
Maximiliano la acompañó hasta el puerto y la vio levantar la mano y arquear el brazo. Notó que el ala del sombrero le ensombreció el perfil, pero a él le pareció ver en ella el sello de la esperanza sin imaginarse jamás en un adiós definitivo.


Siete balazos traspasaron el pecho de Maximiliano en las faldas de unos cerros ásperos y pedregosos. Allí quedó todo.
Los muros del convento de las monjas capuchinas eran gruesos y en enero los vientos del norte azotaban por las rendijas de las ventanas engarrotando los músculos. El emperador se consideró hombre muerto al momento en que pisó esa celda, había allí una austeridad que anunciaba que las cosas iban en serio. No había marcha atrás.

Tuvo ese presentimiento. Caminó y sintió bajo los pies el frío del ladrillo. Había un crucifijo en la cabecera del catre, que Cristo te acompañe, hijo, las capuchinas rezaban en la capilla mientras las luces flameantes proyectaban su sombra en la pared. Vio su cuerpo moviéndose ondulante, Ese eres tú, Max, el hombre, el preso, el condenado, que tu madre no lo sepa, la sola noticia de tu muerte la haría sufrir hasta la médula, no, que no le cuenten los detalles de mi desgracia, a ella no.
Las velas sobre los candeleros empezaron a empequeñecerse, la flama todavía danzaba sobre su pabilo, qué noche tan eterna, el catre se sostiene sobre un intrincado de palos y más allá el crucifijo hay una calidez angustiosa en el silencio.
La puerta de la celda está abierta, será posible escapar frente a un centinela que duerme bajo el siseo interminable de los rezos. Las monjas rezan, el centinela duerme y yo ya comienzo a morir.
No me apunten a la cara, suplicó, no es digno de un emperador morir con el rostro hecho trizas. A la víspera se sofocó pensando en los detalles. Le inquietaba la manera impúdica en que la sangre saldría disparada manchándolo todo, por eso pidió que le trajeran un traje negro, Me gustaría un negro sólido, dijo.

El sudor le perlaba la frente y tenía las manos frías.
Cuando regresó a su país, iba en un ataúd de confección simple, carente de las insignias imperiales y cubierto con dos lienzos blancos. Su cuerpo estaba perforado y hubiera sido imposible reconocerlo si no hubiera sido por ese rostro lozano e intacto.


A su madre le bastó un vistazo para saber que era él, qué lugar era ese a donde se iba a morir, tenía que ser un infierno plagado de demonios, de siniestros rondando en las esquinas, de hachas y cuchillos a cada paso, de sombras oscuras destilando sangre y manchándolo todo sin piedad. Unos brazos piadosos la sostuvieron al momento en que todo le dio vueltas y no supo más de sí, Amado Max, estoy aquí, pero es como no estar, qué amplio y solitario es este sitio, quedamos solamente tú, yo y estas flores que se marchitan conforme pasan los minutos.


Navego en una circunferencia oscura con el dolor que me causa esta herida, como si fuera una mano, o peor aún, mi corazón mutilado, y luego tengo que caminar por zonas resbaladizas que sirven de puente en precipicios. Hay un nudo hostil en la garganta y apenas puedo pronunciar tu nombre, Max, y mis ojos saltones que antes buscaron a Dios, corren locos sin esperanza, procurando su propio fin, ay, Dios, por qué te has ido.


Qué grande es este sitio, mis palabras son silentes, se descuajan y caen como gotas de tinta negra en el invierno blanco, te llamo de nuevo, Max, hijo, dónde estás.
Las bellezas del palacio se opacaron. Desaparecieron los ahuehuetes y las terrazas.


Se fueron arriadas por un viento feroz. Y los mexicanos, mexicanitos, esas criaturas tan
pequeñas y desvalidas, tan necesitadas de misericordia y de justicia, Abdicar, no, jamás.

jueves, febrero 22

PENSAR EL ENSAYO

Respecto al fallo del Cuarto Premio Internacional de Ensayo, convocado por Siglo XXI Editores, la UNAM y el Colegio de México, con un adotación de 20 mil dólares, se le acreditó a la investigadora, Liliana Weinberg Marchevsky, por su obra Pensar el ensayo.

En este caso, el jurado estuvo integrado por Paulina Rivero, Federico Alvarez y Héctor Perea, quienes destacaron la originalidad del trabajo y su capacidad para ser fiel espejo del análisis.
La Maestra en Filosofía y Letras, Paulina Rivero, dijo: “El ensayo es como poética de la interpretación, es un viaje intelectual, testimonio gozoso y responsable del acto de entender el mundo, como genero paradójico con otras propuestas del pensamiento, tantas veces calificado como protéico”.

El ensayo es pensado en está obra como un puente entre el mundo y la experiencia, en muchas ocasiones se le confunde con la tesis, por eso muchas editoriales no quieren publicar estos trabajos.

En el caso de Siglo XXI cuenta en su catalogo a escritores que han marcado al ensayo principalmente en Latinoamérica.

GANADORA. Con 25 años de radicar en México, Weinberg es doctora en Letras Hispánicas por El Colegio de México; investigadora del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCYDEL) de la UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

Entre otras, ha obtenido la Distinción Universidad para jóvenes académicos en el área de investigación en Humanidades (1995) y el Premio de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky, que otorga la Fundación Cardoza y Aragón (1997), así como el reconocimiento Catedrático UNAM (1997).

Fuente: http://www.conacyt.mx/Comunicacion/Sintesis/his/01-02-07/conacyt.html

Según la definición de la Enclipedia Encarta Ensayo es la "composición literaria que tiene por objeto presentar las ideas del autor sobre un tema y que se centra, por lo general, en un aspecto concreto. Con frecuencia, aunque no siempre, el ensayo es breve y presenta un estilo informal. El género se diferencia así de otras formas de exposición como la tesis, la disertación o el tratado".

ADELITA

Por Coro Perales


Y llegó la noche.
El sargento Aguirre se fue a una misión y no se pudo despedir de ti porque no te encontró. Te escondiste muy bien, del otro lado del río, en territorio peligroso. Cualquier situación era mejor que soportar la despedida de ese infeliz, granuja y desgraciado que te atemorizaba con las arañas. Cualquier cosa era mejor que recibir un beso del condenado Sargento. Hasta te habías hecho el propósito de perderles el miedo a tales arañuelas.
-Lo conseguiré -decías un poco insegura.
Estabas muy cerca del río y la noche era calurosa. No soplaba viento. Estabas sudando.
-Bueno, no pasará nada si me baño -dijiste mientras te desnudabas.
Te quitaste toda la ropa. Y cuando ibas entrando en el agua recordaste al hombre de esa mañana. Al hombre del que te habías enamorado. De pronto sentiste más calor, pero era un calor interno que no tenía nada que ver con la temperatura del ambiente y, comenzaste a acariciarte lentamente, dentro del agua helada.
Y le viste. Viste cómo se quitaba el sombrero, las pistolas, las cartucheras, las botas. Miraste fascinada cómo se desabrochaba la camisa. Cómo se bajaba el pantalón y cómo se sacaba los calzones. Y le volviste a ver desnudo. Y le oliste. Pero le oliste todo porque se lanzó al río y te ayudó a acariciarte con sus manos.
Hicísteis el amor dentro del agua, entre los matorrales, sobre la hierba húmeda, encima de Bonita, sobre su caballo el Siete Leguas, en territorio enemigo, rodeados de animales, y encima de un nido de arañas.
El amanecer os sorprendió amándoos entrelazados y os separó furiosamente.
-Me tengo que ir -fueron las únicas palabras que te dijo en toda la velada.
Gritó de placer, se rió, gruñó, estornudó, tosió, carraspeó, se echó pedos, eructó, ya conocías todos sus sonidos corporales y, Me tengo que ir era su voz. No te importaba que se tuviera que ir. Te importaba oírle, escucharle.
-Me tengo que ir, Me tengo que ir, qué bonita voz, qué tono tan grave, de hombre, de revolucionario, de macho -repetías en tu mente, embobada.
Echada bajo el árbol miraste cómo se levantaba y se vestía. Cómo se iba poniendo todo encima; su ropa, sus armas, su sombrero. Y bajo el árbol seguías cuando montó a Siete Leguas y se fue llevándose tu amor y dejándote su olor.
Los días siguientes a esa noche lujuriosa te fueron muy especiales. El sargento Aguirre fue ignorado por ti. No le hablabas, no querías que se te acercara.
-El pobre imbécil sigue poniendo arañas cerca de mí y de Bonita, no sabe que ya no les temo, que ahora son mis amigas. No sabe que las guardo en un frasco y las alimento con moscas -le decías a una de las mujeres del regimiento.
Desde que hiciste el amor encima de aquel nido de arácnidos les habías perdido el miedo y ahora los considerabas tus cómplices. Habían sido testigos de tu pecado. A veces hablabas con los animalejos de ese hombre, del que solamente sabías que era un General de la Revolución. Bonita estaba celosa de compartir tus secretos con tales bichos que ahora eran tus mascotas, les platicabas, les llevabas ranas, lagartijas y de vez en cuando a una tarántula grande le conseguías unas vívoras para que se las comiera.
-No es justo -parecía que te dijera Bonita cuando relinchaba y movía la crin de un lado a otro.
En los bailes del cuartel ya no reías y bailabas como antes. Ya no te arreglabas con flores en el cabello, ni te ponías esos escotes que mostraban tu encantador busto. ¿Te dolían los pechos? Estaban más grandes, más llenos y pesados. Ya no caminabas con garbo, ni meneabas las caderas. Habías perdido tu coquetería.
El Coronel te dijo que no fueras a los combates, que ya no hicieras guardias, que te quedaras en el campamento, que los hombres se las arreglarían sin ti. Que la paz ya casi estaba en todos lados. El Coronel era tan bueno. Seguramente que así debería de ser tu padre. Solamente que gringo.
-¿Qué tienes Adelita? Hace días que te noto extraña. A ver, acércate, déjame mirarte los ojos. ¿Estás embarazada? -te preguntó el Coronel.


ENTREVISTA CON PEGGY BONILLA

La autora de La Valentina responde:


-Es La Valentina un mito o una realidad?

Es una realidad. Encontré otras cuatro Valentinas de las que dicen es la verdadera. Yo creo en el Ejército; fue quien le otorgó pensión vitalicia y ella pertenecía a Los Veteranos de la Revolución. Tengo que ser honesta; la busqué en panteones y diferentes ciudades de ambos países, USA-México y sigo buscándola porque es una historia inacabada.

-Dónde la conociste?

La vi una sola vez. Le tocó en el asiento frente al mío, en ese viaje Mexicali-Ensenada en el transporte foráneo del ABC. La escuchaba platicar de “su general Cárdenas”, no di en esa época mucha importancia al asunto. Sabía que acudía a los desfiles en fechas importantes y me parecía curioso.

-Vivió 116 años?

Oficialmente y los testimonios dicen que sí, aunque difiero… saqué cuentas y ella debió tener al morir 104 años. Lo digo en la novela. El incorrecto registro Civil de la época o porque las personas muy mayores olvidan y cambian fechas, es una realidad, pero fue muy longeva.

-Dónde murió?

Falleció en USA en un Nurcing Home, después de 5 años de enfermedades de la vejez. Aunque la cremaron y después se la trajeron a México a esparcir las cenizas sobre el mar que tanto le gustaba. Dijeron por la radio que iban por la carretera tres vehículos oficiales del Ejército con sus restos.

-Por qué elegiste a este personaje y no a otro, como Juana Gallo o Adelita, por ejemplo?

Fue circunstancial. Tenía yo 24 años y llamó mi atención,-como la de todos los que la llegaban a ver-, por su vestimenta militar y de tan avanzada edad. Además como 6 años después trabajaba en el periódico La Voz de la Frontera y el fotógrafo me regaló una foto que tomó de ella en un homenaje, de los muchos que le hicieron. Pretendía realizar un ensayo sobre La Valentina, pero con tanta historia, surgió la novela.

-En tu investigación cuáles han sido las cosas más difíciles para ti?

No sabía ni cómo se llamaba. Solo Valentina. Me llegaron a querer vender la información, pero nunca estuve dispuesta a eso, pues ni tenía los medios, ni creí que sería lo correcto. Además alguna que otra vez seguí pistas falsas. Pero sobre todo, la mayoría de la gente cree que no existió, que es alguien inventado.

-Y las más interesantes?

Todas han sido interesantes, me fue envolviendo la historia, al grado de olvidarme de las cosas cotidianas. No quería recibir llamadas telefónicas, ni visitas para no ser interrumpida. Le di el trato de alguien de mi familia, de hecho hay quienes me dicen Valentina segunda. Mis hijos se mostraron muy generosos y comprensivos, pero un día llegaron a decirme: “ya déjala ir…”

-Cuáles han sido tus fuentes?

Testimonios de personas que la conocieron y trataron después de la Revolución. Lo curioso es que la mayoría no se conocen entre sí, por lo que pude formarme una idea exacta de la verdad de este personaje. Investigaciones de los hechos en los que participó, cotejando fechas y algunos documentos, así como fotos. Es un personaje inexplorado.

-Te identificas de alguna manera con tu personaje?

Hay una cuestión familiar irresuelta. Perdimos al abuelo José Bonilla en las luchas de Zacatecas y no sabemos dónde quedo su cuerpo, esa es una condicionante para que trate de entender que así son las guerras.

Entiendo la vida de esta mujer, sus acciones dentro del contexto de vivir en épocas turbulentas. A veces como ardid publicitario digo que la amo. O quizá sí. Pues no es raro el hecho de que la calificaran de homosexual. Cuando me preguntan si lo fue, contesto que nunca estuve en, o bajo su cama para saberlo y que además lo que importa es su papel histórico al lado de hombres como Pancho Villa y Ramón F. Iturbe de quien en mi novela vivió y murió enamorada.

-Qué es lo que más te gusta de ella?

Me gusta la época en que le tocó vivir, buscando, involucrándose en los cambios sociales que requería el país, la forma como afrontó la adversidad. El valor ante la muerte. Y la forma como condujo su vejez. La facilidad con que se adaptaba a la gente y a los lugares, después de la Revolución y en edad adulta.

-Y lo que te disgusta?

Me disgusta no haberla tratado o entrevistado. Aunque dicen que era muy difícil. O en el peor de los casos, contradictoria: tierna, o una cabrona. Espiritual o muy terrena. Quería ayudar a su prójimo. No quería morir, sabía que en el mundo hay muchas cosas por hacer. A su vida la rodeó un halo mágico. La muerte fue lo único que la venció.

-Cómo ves a La Valentina desde una perspectiva de género?

Es un referente femenino puesto que en “su época” -sin permiso, ni tiendas donde vendieran pantalones- y ella, como muchas soldaderas comenzó a vestir con los pantalones de los fallecidos en batalla. Al igual que muchas mujeres como Juana de Arco y Sor Juana Inés, renunció a la trenza, en signo de rebeldía a la consigna de que las mujeres son de cabellos largos e ideas cortas. La tacharon de masculina, pero siempre estuvo orgullosa de su feminidad. La Revolución cambió el rol y la actitud de la mujer; desde entonces el hombre se sintió amenazado, por el valor que demostraron a la par de ellos. A pesar de que la Historia las olvidó en el sentido de que ningún monumento o alegoría oficial a ellas existe, y casi nula bibliografía, salvo menciones subordinas a los hombres. Aunque últimamente las escritoras e historiadoras, nos estamos preocupando por ello y subsanándolo, dándoles el lugar que merecen. Investigando la realidad.


martes, febrero 20

LA VALENTINA

Mito o Realidad

Esta es la historia de una mujer que fue violada por un cura cuando entraba a la adolescencia. Fue capturada y estuvo a punto de morir colgada de un árbol. En el momento en que se encomendaba al cielo, un contigente de rebeldes la rescató.

Valentina estuvo enamorada del joven que desató los lazos de su garganta.

Cuando formó parte del ejército se volvió una de las más fieras guerreras y una de las más despiadas coronelas revolucionarias.

LA VALENTINA , MITO O REALIDAD
Por Peggy Bonilla

Capitulo I

José Valentín miraba a su hija Valentina con gran amor y preocupación. Las cosas del gobierno no estaban bien. Ella era una pequeñita, habría que templarle el carácter, por lo que procuraba llevarla al corral de las chivas, para enseñarla a tomar de los cuernos a los animalitos; como si fueran sus rivales, en luchas de sobre vivencia.
Miró al cielo y pensó el hombre – va a llover – iremos después de la lluvia a buscar hongos para comerlos con jitomate y cebolla. Acompañados de algunas gordas. Cuando lo necesitaron, curaban las heridas con hierbas del campo, la enseñaba, conforme iba creciendo, para el mañana.
Fue diferente de otras niñas, nunca sumisa, no conoció el miedo a nada, no se asustaba ni con el petate del muerto. Sin perder su feminidad, correteaba por el campo, trepaba por árboles, jugaba entre pinos. Aprendió a montar a caballo como cualquier hombre.
Se convirtió en un ser valeroso, como su nombre: Valentina, que significa valiente. Aprendió a soñar, libre; a compenetrarse con la naturaleza. Sensible; a maravillarse con el arcoiris que sobresalía de los oyameles, sobre las confieras y árboles de la serranía, despues de los tormentones.
Abundaban los pájaros y nacían ahí las flores silvestres y exóticas, como si fuera una obra exquisita de un excelso pintor.
Pronto quedaría huérfana; su padre lo adivinó, -su inmediata preocupación últimamente era ella-, que ni siquiera supo, llegado el momento, donde quedó el cuerpo de su amado padre; tendría que huir la adolescente a salto de mata, en la oscuridad.
Seguía siendo una bella niña que creyó que por los caminos de dios, en su iglesia, encontraría la tranquilidad, en esa época tan utópica.
-¡...Ni te creo!
-No, no te creo.
-A ver, por qué no vienes y arreglas esto.
-¡Mira como se matan unos a otros!
-¿No dices que todos somos hermanos?
-Entiendo que así son las guerras,
-pero nunca comprenderé las razones...
-Y menos, por qué no haces algo;
- tú, que dicen eres todo poderoso.
-Cada vez estoy más segura:
-eres el más bello invento del hombre,
no lo creaste, él te inventó a ti, pues te necesitaba.
-Ándale, date una vuelta, si es que existes, por este mundo.
-Me volviste sorda y ya no te escucho...
¿Sin saberlo, y sin estar al tanto del porqué, me tienes en el infierno?
-¡Por algo te crucificaron!
Era el monólogo que sostenía Valentina, en el atrio de la Iglesia de San Juan Bautista, ante un Cristo que estaba en la pared, mientras sin darse cuenta, perplejo el sacerdote Damiano escuchaba.
Tan jovencita que era, apenas de catorce años.
-¿Por qué lo hiciste?
- Mataste al hermano Juan...
-¡Lo asesinaste!
¡Con su misma arma...
-…suéltala!
-Le gritaba el sacerdote-.
-Me rompió el vestido...me besaba.
-¡no le importó deshonrarme!
-Solo me defendí...
Desquebrajada la pequeña Valentina respondía
Quiso correr, huir, pero se petrificó.
Apresurados los vecinos del pueblo la entregaron a la autoridad, y sin más, colgaron el frágil cuerpo, que pendía grotescamente de la rama de un árbol, con una macabra soga enredada al cuello...
A lo lejos, como algo ficticio, y en lentitud, se distinguía el polvo que levantaban los cascos de los caballos de la tropa de caballería, cuando iban tras los rebeldes; tras los alzados, esos de la bola, a causa de la inconformidad creciente por los atropellos de los hacendados y de los caciques protegidos por aquel mal gobierno. Extendían una nebulosa polvorienta con tinte de irrealidad.
Abrazar a la muerte resultaría cotidiano, al compás de la guitarra y los corridos. Seres valerosos, al encuentro del fragor de las batallas, a causa de las luchas de clase. Contra la opresión. Rompieron el yugo del miedo.
Sería para vencidos y vencedores, el lastimero sonido de una corneta, quien daría el toque de retirada; la que facilitaba con esa tregua, para darse un tiempo y contar a sus muertos o curarles con hierbas las heridas a quienes salvaban la vida; al menos hasta el siguiente enfrentamiento.
Estallido de la Revolución Mexicana de 1910 que no acaba...
Me aseguraron que Valentina era de Sinaloa de Leyva.

HISTORIAS MEXICANAS

Imagen: Iconos Tepiteños, de Jesús Helguera, publicada en Jornada del 22 de febrero.


Este blog abrirá una serie de relatos llamados Historias Mexicanas.
En esta sección estaremos participando Peggy Bonilla y yo, por el momento. Sin embargo, espero que otros narradores -que han visto la historia nacional como una fuente para sus creaciones- se animen y publiquen sus textos.
Los escritores estamos inclinados a la ficción. La imaginación nos lleva de la mano por las veredas de nuestros relatos. Empero, en lo personal, encuentro la realidad, en muchos de sus casos, tan estremecedora como la más sofisticada de las ficciones.
Una buena combinación entre la realidad y la imaginación hacen de estas historias mexicanas el platillo que serviremos en la mesa de los lectores.
Tanto Peggy como yo vemos la historia de México llena de personajes apasionantes y, al mismo tiempo, injustamente al margen de los espacios históricos estelares. Las mujeres, por ejemplo, que tomaron posiciones heroícas en un momento determinado han estado a la sombra de las las crónicas, generalmente escritas por hombres.
Peggy Bonilla,http://www.escribana.blogspot.com/ periodista y escritora, realizó una investigación sobre una mujer electrizante, bien conocida como Valentina. Así que tendré el honor de comenzar esta sección por dar a conocer el primer capítulo de esta novela, y una entrevista -por la Internet- con Peggy.
Invito a Coro Perales http://bigoteprieto.blogspot.com/ a participar, ya que ella ha hecho un trabajo de valía con otros personajes femeninos, como Adelita y Juana Gallo.
Habrá otros personajes más por allí, perdidos -en una historia hecha por vencedores- que poco a poco irán saliendo.

lunes, febrero 19

Vuelta por el Quijote

¿Quien menoscaba mis bienes?
Desdenes
Y ¿Quién aumenta mis duelos?
Los celos
Y ¿quién prueba mi paciencia?
Ausencia
De ese modo, en mi dolencia ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza
desdenes, celos y ausencias
¿Quién me causa este dolor?
Amor
Y ¿quén mi gloria repugna?
Fortuna
Y ¿quién consiente en mi duelo?
el cielo.

De ese modo, yo recelo
morir deste mal estraño,
pues se aumentan en mi daño
Amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males, ¿quén los cura?
Locura.
De ese modo no es cordura
querer curar la pasión
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.

domingo, febrero 18

Adriana Barraza en Babel


El reconocimiento a Babel no fue una concesión gratuita. La trama sorpresivamente fuerte y los diferentes escenarios meticulosamente cuidados surtieron un buen efecto.

Los tres actores de diferente nacionalidad, Brad Pitt, Gael García y Koji Yakusho se presentan de una manera natural y de buenos ensambles. Babel es precisamente eso: gente de idiomas distintos que conviven en un mismo espacio. Las historias convergen en una solo final circular.
Amelia es un personaje con un peso político en boga. Representa el drama de los mexicanos ilegales en Estados Unidos.
La historia, asimismo, muestra a una adolescente sordomuda. Japón con su tecnología, sus viviendas en rescacielos, las soledades absolutas y los abismos sociales.
En un remoto pueblo del Medio Oriente se encuentran dos niños que jugando disparan a un autobús de turistas. La policía se moviliza ante la alarma de un posible ataque terrorista. La expresión del agente policial cuando captura al culpable es un discurso de más de mil palabras.

Una de las actrices que llamó la atención fue la mexicana Adriana Barraza, quien aparece en esta entrevista videograbada.
Ella, Gael García y el director, Alejandro González Iñárritu dan a saber que el cine mexicano ha recobrado sus bríos.

Adriana Barraza estuvo nominada a los Globos de Oro 2007 , estatuilla que le fue arrebatada por la ex finalista de "American Idol" Jennifer Hudson, actriz que también compite ahora por el Oscar en la misma categoría que Barraza.

Es profesora de arte dramático y realizadora, también es una conocida actriz de la televisión de habla hispana, también es profesora de arte dramático y realizadora.
Ha realizado series como "Mujer, casos de la vida real" (como directora y actriz); ha dirigido las telenovelas "Locura de amor", "El manantial" y "Cómplices al rescate".
Fue asesora de acento neutro en "Prisionera" y en Spanglish.
Fuente:

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Adriana Barraza soñaba con el Oscar