miércoles, abril 12

Poesía III


Al despedirte

La bruma se dispersa tras una tarde de lluvia
Entreteje la golondrina su vuelo sobre la calle empedrada
Raído está el recuerdo del último gozo
La última mirada, del débil clamor del suspiro inmerecido

La golondrina traza en el cielo un zigzag
Bifurcada la calle abraza sus meaderos
Me apresuro al escuchar el bramido del toro en celo
Al segundo llamado de los bronces atados a las cúpulas
A la primera exhalación vaporífera
Al ver que todo asciende sobre la tierra

Finalmente te encuentro, barro extraño
Mi mano hurga en tu carne
Busca el último pálpito victorioso
Desde una realidad impuesta
Tu cuerpo es una hoja seca, ingrávida
Suspendida en hendiduras
Arrastrada por el viento al azar
Sobre el fracturado páramo

La mano asciende hasta tu cara
Y cierra la cortina de dos piezas
Por último
La compasión entre bruma y viento
Se disuelve
La bondad, ave de lejanas tierras
Explota
En el cielo la clemencia vocifera
De nuevo
La golondrina vuela en zigzag
En su lomo lleva
Una caja diminuta
Desde donde sale
Una ráfaga
De reconocible luz

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow... you keep surprising me!
Ahora con poesía...