sábado, diciembre 2

La Guadalupe


La morena, la virgen de los mexicanos ha sido una tradición de las entrañas de México, un país que ha sido sometido, no solamente a nuevas doctrinas desde el arribo de los españoles en 1521.
En la actualidad el mundo moderno impone también nuevas costumbres: usar Levis, tomar Coca Cola y permitir que la vida de familia gire en torno de la televisión.
Sin embargo, la celebración del avistamiento de una virgen morena en las alturas del cerro del Tepeyac hace aterrizar a los mexicanos en su realidad de indios, de seres vulnerables que necesitan el amparo de una madre divina.
El 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe el cielo se alumbra con fuegos artificiales, la muchedumbre, enfilada en una interminable peregrinación, llega a su destino para agradecer, o pedir un milagro en cada templo. En las calles, los danzantes celebran con giros de cadera y vueltas en círculos la conmemoración de las raíces de su pueblo a lo largo del territorio nacional.
La anécdota del indio Juan Diego, más que una historia probada con rigurosidad científica, es un mito al que el pueblo de México se abraza en una búsqueda de sus raíces. Tiene que ver con los desprotegidos, aquellos pobres que ven los milagros como el último recurso para resolver sus pesares.
La candidez del indio, su simplicidad para explicar las cosas, su manera práctica de ver el mundo y sus complejidades siempre han cautivado al forastero, al educado y al “culto”. La virgen no pudo resistirse a este encanto natural de la manera de ser del indígena, por eso amó a este pueblo de despojados.
El estandarte de la Guadalupana es un símbolo de levantamiento y de lucha. Utilizado por el cura Morelos, estuvo ondeando el día en que llamó al pueblo a sublevarse contra la tiranía virreinal. Fueron años de sangrientos enfrentamientos entre 1810 y 1820, cuando los insurgentes en su ansia por la independencia y la libertad corrieron hacia la muerte con la imagen de la Virgen, como símbolo de protección, esperanza y milagro.
La Guadalupana constituye en sí, no es sólo una estatuilla que llama a la devoción. Es, más que todo, un símbolo de vida para un pueblo dolido, que lo ha intentado todo y que ve en la madre piadosa su última esperanza. Este concepto forma parte de las vísceras culturales de los mexicanos. Por ello no es de sorprender que muchas mujeres lleven el nombre de la piadosa imagen.

SAN JOSÉ. – “Somos una familia de mexicanos, de Sinaloa y desde que yo recuerdo hemos tenido una especial devoción por la Virgen de Guadalupe”, comenta Raúl Macías, a quien la vida le puso varias pruebas para afirmar su fe en la Guadalupana.Con la voz quebrada, el señor Macías recuerda el accidente que sufrió hace diez años cuando vivía en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. “Gracias a ella le puedo contar ahora parte de mi vida”. Él cuenta que un día, mientras su esposa y su hija se disponían a desayunar, fue a encender el calentador de agua, pero no se dio cuenta de que había una fuga y al encenderlo hubo una fuerte explosión. “Me produjo quemaduras de tercer grado en mi cuerpo de la cintura para arriba y me desfiguró la cara, perdí incluso la boca y por años sólo podía alimentarme de cosas líquidas”. Esa explosión dejó al señor Macías incapacitado por más de dos años en el hospital. “En los momentos de la explosión recuerdo perfectamente que le pedía a la Virgencita, y le decía ¡ madre mía qué pasó! No lo sabía, pero a pesar de los dolores que sufría ella estaba conmigo todo el tiempo. Ella ha sido y es mi fortaleza”.Después de su recuperación, trató de recibir cirugía plástica para poder comer, pero los médicos le decían que lo que él requería, era más bien una cirugía reconstructiva. “Me decían que la operación costaba como cincuenta millones de pesos de ese tiempo”.Fue en ese entonces que acudió al presidente Municipal de Guadalajara para que le apoyara, a lo que éste último se comprometió por escrito. “Llevé el documento a la Secretaría de Salud Pública y no me cobraron nada, sólo pagué algunas de mis medicinas. ¿Qué más muestra de la intervención de la Virgencita en mi vida que ésa? Ese señor no tenía por qué ayudarme y lo hizo. La Virgen lo puso en mi camino, pero sobre todo, le tocó el corazón para que me ayudara”, concluye con voz entrecortada.
Nahuí Ollín Especial para El Mensajero

2 comentarios:

Angeek dijo...

Es la Diosa porque antes que Dioses hubo Diosas.

Anónimo dijo...

Oh, Guadalupe. Un simbolo de la mexicanidad.