Charles y Avelina
Hola, amigos blogueros.
Hoy, la noche del 23 de julio es gloriosa para mí. Me siento como levitando y todo se debe al imprevisible acontecimiento de haber terminado de redactar La Higuera, una novela que ya llevaba tres años en el horno y no había podido cocinarse bien. Ahora tendré que encontrar la manera de publicarla.
Al mismo tiempo, esta noche hago un homenaje a Charles Chaplin, un cómico que marcó época y la transición del cine mudo al sonoro dentro del mundo accidental.
Lo que más impacta de su vida, no es el hecho de haber sido talentoso, ni rico (y seguramente galán). Es conmovedor cómo el espíritu humano resplandece a pesar de las dificultades. Chaplin tuvo un padre que murió ahogado en alcohol y una madre que se volvió loca. Su niñez está marcada por la orfandad y de alguna manera, buscó la manera de abrirse paso.
¿Pero aquí una se pregunta si era ese un deseo de sobrevivir, o de sobresalir ante los demás, o más aun, un talento implícito y nato, deseoso de salir a la calle y decirle al mundo, Ey aquí estoy yo para hacerte reír, vamos a pasarla bien, aunque sea un rato, el tiempo que dure la película, el que me tome la vida para mostrarte lo chistoso que puede ser vivirla.
Esta foto me la tomé, en la inaguración de Plaza Pelícanos, no sé qué día de un huidizo año, en Playa del Carmen, Quintana Roo, donde vivo en estos momentos.
El cuate de la foto fue alguien quien se vistió al estilo del cómico, esa noche. Y fue él quien me jaló para que nos la tomaran juntos. En ese momento sentí que estaba haciendo algo contra mi voluntad. Pero ahora creo que fue una buena puntada.
Los padres de Charles Spencer Chaplin eran cantantes y actores de variedades de origen judío que, en su momento, alcanzaron un razonable éxito. Especialmente la madre, Hannah Hili, hija de un zapatero, menuda, graciosa y con una agradable voz. El niño nació a las ocho de la tarde del 16 de abril de 1889 en la calle londinense de East Lane, Walworth. No era un buen momento para la familia. El padre, Charles, había abandonado el hogar en pos de su afición alcohólica, y Hannah se vio obligada a mantener por sí sola a sus hijos Sydney y Charles. Estaba en la cumbre de su carrera artística con el pseudónimo de Lily Harvey, pero comenzaba a fallarle la voz. En 1894, durante una función en Aldershot, su gorjeo se quebró en medio de una canción. El empresario envió a escena al pequeño Charles, de cinco años, que imitó la voz de Lily incluyendo el desfallecimiento final, para gran diversión del público. Ése fue su debut artístico.
Un abrazo a Charles Chaplin.
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