jueves, febrero 15

Topolobampo, una puerta desvencijada al mundo mercante


La pobreza y el atraso son todavía evidentes

La flotilla oxidada de los pescadores sobrevive a las calamidades del abandono







Los balcones miran al mar desde las faldas de los cerros



Los parduscos cerros que circundan la bahía se erigen con lomos aborregados.

Desde la costa se pueden ver las pendientes, cubiertas con cactáceas, hogar permanente de reptiles e insectos.

Juguetones delfines nadan en las aguas tibias de la bahía, custodiando las embaraciones hacia el Mar de Cortés. Es un panorama apacible, en que pelicanos y gaviotas se rescan el plumaje con sus picos y los peces saltan en el agua alumbrada por un sol destellante. A unos 12 kilómetros de distancia se encuentra la isla del Farallón, un cerro de piedra, manchado de cacas de aves, donde habitan focas y lobos marinos.

Un ferry conecta a este puerto de altura con la Baja California y Mazatlán.

Es una mañana de enero, con los vientos del norte azotando en la cresta blancas de los portales. Sin embargo, el sol calienta las almas de los porteños, quienes con el gesto apático y apariencia desaliñada deambulan por el malecón.

Aquí los jóvenes, asediados por la drogadicción, desafían las leyes; y sus viejos han visto crecer las generaciones entretenidas con las actividades del mar y el consumo de cerveza.
La flotilla de barcos oxidados exigen restauración y servicio.
La pesca, actividad tradicional de los lugareños, ha estado al márgen de los nuevos desarrollos.
Los colonizadores de Topolobampo
Foto en blanco y negro de: Hendry Madden Library, California State University, Fresno.


Topolobampo es un lugar de piedra gris y agua, donde aparentemente no pasa nada. Sin embargo, el arribo de los cruceros marítimos le ha dado un giro nuevo. Desde la década de los sesenta los gobiernos han anunciado su despegue económico, algo que redundará en la atracción de los grandes capitales, dicen. Empero, los porteños, sintiéndose al márgen de boom comercial, se resisten a perder lo único que han poseído durante tantos años: la tranquilidad.

La Administración Portuaria Integral -API- y la Terminal Transoceánica constituyen dos polos de desarrollo en la zona. También Pemex utiliza este puerto para abastecer de combustible la zona norte de este Estado.

La Marina Fonatur invirtio más de 54 millones de pesos el año pasado y pretende destinar 36 millones más este año en la construcción de un Duque de Alba en muelles de Semex, bordes de protección, dragado, corredor peatonal y un malecón como acceso principal al puerto, según informa la -API-.

Según la coordinación de Puertos y Marina Mercante, Sinaloa recibe productos químicos, fertilizantes y petróleo de Estados Unidos, Rusia, China, Ucrania, Filandia, Chile, Noruega e Israel. Las compañías comercializadoras usan Topolobampo como puerto de cabotaje.

La primera cooperativa del puerto fue organizada por un grupo de colonizadores norteamericanos en 1886. El establecimiento de las vías férreas trajo el desarrollo económico de la zona y se fundó el pueblo de Topolobampo y Los Mochis. A la cabeza, Albert Kimsey Owen proyectó el puerto como la entrada comercial de Asia hacia norteamérica. Sus proyectos fracasaron debido a las intrigas políticas que se desataron entre los miembros del grupo. Sin embargo, en los últimos cinco años los sueños de los colonizadores norteamericanos se han estado concretando.

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