domingo, mayo 11

José Luis


El hombre menudo y fibroso, repartidor de periódicos, quien litiga en las calles montado en su bicicleta es José Luis.

Este hombre simple, padre de una veintena de hijos, con un empleo de miseria, ha embellecido un día que comenzó siniestro, un simple pleito entre madre e hija, típica discusión de dos mentes opuestas que comparten un sólo mundo.

El regalo de José Luis es una flor cualquiera, pero resulta que es una rosa, además una rosa de un amarillo pálido, con pétalos bordeados de un aura café. Su presentación es como él: sencilla y bella, un tallo sumergido en una botella de Sidral que fue recortada en sus extremos y después unida a presión.
Un detalle más es el moño en su cuello hecho con un popote aplastado que rememora a un pasaje estudiantil.

Es bueno recibir una flor sin tener la tristeza íntima que morirá en unas horas, pues su tallo está asentado en una cama de pequeñas piedras remojadas en un manto fresco de agua.

La mujer de la rosa amarilla y José Luis, el repartidor de periódicos. Qué buen tema.

Un abrazo.

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