martes, marzo 14

Entrevista con el primer alcalde de Cancún

8 de marzo, 06
Entrevista.
El primer alcalde de Cancún, hombre de modestia inverosímil.
Parte I

Xalapa, Ver.- Jaime Cruz Reyes, un hombre de corazón humilde, dejó sus huaraches de pescador y se dedicó a trazar un plan maestro que convirtiría una lengüeta de tierra, en el sur del país, en uno de los centros turísticos más importantes de México: Cancún.
A pesar de los daños que provocó el huracán Wilma en octubre pasado, los analistas afirman que este año Cancún tendrá 10 por ciento de incremento en las captaciones por turismo, lo que permitirá que el país reciba más de 24 millones de visitantes extranjeros y captar ingresos por 13 mil millones de dólares.
Uno nunca sabe para quien trabaja, debió haber pensado en un momento de meditación extrema, el primer síndico que tuvo Cancún, quien en el sosiego de su modesto departamento recordó el trabajo arduo que tuvo que realizar para fundar uno de los centros turísticos más importantes del país.
Arquitecto de profesión, Cruz Reyes después de haber sido el primer delegado que tuvo la isla, se dedicó a la investigación histórica y a la narrativa épica de una novela inédita llamada "Quetzalcóatl, el Dios de los Vencidos, Voces del Pasado", que relata los detalles de la llegada de los españoles a la "Nueva España". Hernández de Córdoba -dijo- recibió la noticia de que existía un lugar llamado El Yucatán, y eso le hizo cruzar el estrecho que separa Cuba de la península.
Reyes, nacido en Oaxaca, llegó a Quintana Roo -con una comitiva de paisanos y colegas-a construir escuelas, como parte de un programa federal bajo las siglas de CAPCE. En ese entonces hicimos una votación para ponerle un nombre al municipio y la mayoría -casi toda oaxaqueña- votó por Benito Juárez.
El Benemérito tuvo la gran visión de amalgamar a los gandes pensadores de la época, como Justo Sierra, Ignacio Ramírez y Santos Degollado. Además -añadió- fue necio en sus ideales y honrado en el cumplimiento de su misión, por eso nosotros "consideramos que no había mejor nombre para este nuevo territorio", mencionó.
El primer alcalde de Cancún, rememora tiempos en que fue querido por mucha gente; y también odiado por rechazar las dávidas de los comerciantes árabes, quienes por incrementar sus ventas violaban los reglamentos. Había mucho comercio entre Isla Mujeres, que era puerto libre, y Panamá. Los productos (marfil, aparatos eléctricos y ropa china) se transportaban en grandes contenedores que bajo la protección de las sombras de la noche y la condescendencia de los agentes sobornados, bajaban a tierra. Tuve que luchar mucho contra el contrabando y la corrupción.
Quienes trabajábamos durante esa administración sabíamos que teníamos que hacerlo con disciplina y honradez. No podía ser de otra manera, pues el gobernador del estado, Javier Rojo Gómez era un ejemplo que no admitía réplica. Fue rectísimo y "trabajador como él sólo". Solía despertarnos a las tres de la mañana para que viajáramos con él a los pueblos mayas, "o trabajas o trabajas ", sentenciaba.
En ese tiempo la economía estaba controlada por las familias Handal, Barudi, Magaña y Lima Zuno (esta última relacionada con el presidente en turno).
El gobierno federal compró dos barcos camaroneros: el Javier Rojo Gómez y el Antonio Ortiz Mena. Estas embarcaciones fueron cedidas a la familia Magaña, dueños del transbordador que va de Puerto Juárez a Isla Mujeres.
El primer banco financiero fue banobras, en Chetumal, y su gerente, Jorge Márquez cuando Quintana Roo se consideraba un territorio.
Llegó el día en que el gobernador se enfermó y recibí una llamada. Temía que ir a Chetumal y tomar el lugar de Rojo Gómez en la noche del grito de independencia. Fue una experiencia inolvidable el escuchar el redoble de tambores, ver onder la bandera mexicana frente a un coro de voces repitiendo: "Viva México". Ese fue el último festejo nacional en la administración impecable de uno de los gobernadores más elogiados de Quintana Roo. Javier Rojo Gómez murió días después, víctima de un derrame cerebral, en un hospital de la Ciudad de México.
Este deceso provocó una movilización de masas, especialmente de indígenas, quienes al borde de la carretera hicieron una valla humana con teas encendidas para dar la última despedida a su líder.
Cuando llegué a Cancún -relató Cruz Reyes- no había nada más que un helipuerto y una gasolinería, perteneciente a la familia Lima Zuno. La señora Zuno era hermana de la esposa del presidente Echeverría.
Jaime Cruz Reyes es un hombre de frente amplia, cuyos ojos ensombrecidos por una ceguera inclemente, ven con nostalgia un pasado lleno de experiencias humanas. Una vez él llegó, cansado y con hambre, a un recinto infantil y vio que uno de los niños indígenas lloraba asustado cuando, a la mesa, la gelatina temblaba, como animal vivo, al contacto con la cuchara. Es algo que recordaré siempre, expresó.
El arquitecto, administrador, político y escritor Cruz Reyes es un hombre de familia que vive en el ambiente apacible de la periferia de esta ciudad. Un ex alcalde que no ambicionó nada más que realizar su trabajo, "la honradez es un peso que lleva uno en la espalda, ni te hace rico ni poderoso. A mí me pesó", reflexionó -0-.

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